UN CAPRICHO DEL DESTINO /
Si mi voz les suena ronca, es porque quien les habla lo hace desde un pasado milenario en la embrujadora ciudad de Sevilla. Los reinos del norte me vieron partir a servir a mi rey Fernando, para seguir dando gloria a un territorio y a sus gentes. No solo conquisté ciudades sino también corazones, y supe arrebatar a un rey árabe su más preciado tesoro. Aquí me desposé y como el casado casa quiere, en el actual barrio de la Macarena cimenté mi hogar. Mi ilusión ha sido tal que he querido compartir parte de mi presente con futuras generaciones, escondiendo para ello, entre ladrillos almohades de barro, una hermosa caja de cobre donde mi historia se podrá contar. Nuestra hospitalidad es bien conocida y acogemos a quién busca descansar…. Han pasado mil años y la que fuera mi casa, hoy es un hotel; y quien lo regenta, sangre de mi sangre. La caja de bronce que escondí ha sido hallada, y es depositaria de un legajo con mi escudo de armas, cuyo reflejo se proyecta en un sello, que, capricho del destino, duerme en una caja del actual propietario.